Para este tiempo, queremos invitarlos a reflexionar sobre la misión educativa que llevamos desde la Iglesia para humanizar la sociedad y de cómo seguir profundizando en la tarea de enseñar la buena noticia, tal y como lo hicieron los discípulos y dar continuidad al seguimiento del «maestro». Les proponemos hacerlo desde el artículo del P. José Ramón Busto Saiz, SJ sobre La enseñanza, misión de la Iglesia, publicado por Salterrae, en noviembre de 2014. Comprender que la labor educativa de la Iglesia no sólo se entiende desde el catecismo, sino se concibe como todo proceso educativo en la “búsqueda y transmisión de la verdad y la capacitación del discípulo para conocer el bien y ponerlo en práctica. La Iglesia tiene no solo el derecho, sino, sobre todo, el deber de ponerse al servicio de la humanización del hombre mediante la investigación científica y la educación, como ha venido cumpliendo desde sus orígenes”. Como educadores, tomando lo anterior en consideración, reflexionemos sobre nuestra práctica educativa: ¿percibimos que la enseñanza que damos desde nuestras instituciones contribuyen a la búsqueda de la verdad y hacer el bien, transformar el mundo, como un modo de reproducir la imagen de Dios?; ¿Cómo vivimos el diálogo entre fe y ciencia?; ¿Nuestra labor está comprometida en la búsqueda del bien y de la justicia?
Les compartimos la entrevista realizada al P. Daniel Figuera, SJ, Rector y Director del Colegio Gonzaga en Maracaibo, quien comenta el impacto que ha tenido la evangelización a través de la educación y la misión educativa de la Iglesia en Venezuela: «La educación católica busca la plenitud humana. La plenitud de cada persona en particular; la plenitud del conjunto y el orden de nuestras relaciones. Para los cristianos el modelo de plenitud es Jesús, su vida y su palabra que se encuentran narradas en los evangelios»
También acompañamos esta reflexión con dos videos donde se comparte el impacto que tiene la Iglesia en la transformación y humanización de la sociedad, asumiendo que el desafío continúa y que cada tiempo va demandando dedicación, entrega y oración.